Incluso si nos cuesta, tenemos que reconocer que nuestros hijos adolescentes ya no son «tan niños». Están naciendo de nuevo, despertando a su independencia, gradualmente. A veces no mienten, pero no nos dicen toda la verdad. Por ejemplo, aprendimos a través de los profesores, no de los niños, que hicieron algo en la escuela. Consideran que algunas cosas no necesitan ser contadas, como errores menores y transgresiones. Tampoco podemos interpretar al fiscal: los niños ocultan este tipo de cosas para no avergonzarse. Pero no necesitamos dramatizar esas hazañas; son solo errores. Si nos lo hubieran dicho antes, sin duda se sentirían mejor y, sobre todo, habrían reforzado la tan necesaria confianza mutua en la familia entre padres e hijos.
Consecuencias de mentir en adolescentes
A menudo, la verdad nos mete en problemas, mientras que una mentira significativa se los lleva con extrema facilidad. Esto es lo que sucede cuando un adolescente le dice a su padre que pasará la noche en la casa de un amigo en quien sus padres confían, cuando en realidad se va a dormir a la casa de otro amigo, lo cual no es del agrado de sus padres.
La única forma en que podemos cuantificar la gravedad de una mentira son las consecuencias que causa. Algo común a todas las mentiras es que buscan su propio beneficio, excepto esas mentiras «piadosas» que usamos para supuestamente evitar el daño a otros, como cuando no le decimos toda la verdad a una persona enferma.
Mentir se usa para evadir responsabilidades o para evitar el castigo, pero los adolescentes a menudo lo usan para usar su libertad de la manera que desean y no de la forma en que los padres lo delimitan.
La mentira tiene un atractivo especial debido a su capacidad para cambiar la realidad. Para atrapar a su hijo y hacer que diga la verdad, los padres de la era digital están tomando ayuda de la aplicación de monitoreo para adolescentes, como Tiempo de Familia. Con el uso de la aplicación, los padres deben considerar seguir las sugerencias para tratar las mentiras de los adolescentes.
¡Quieres dar un vistazo!
- Si su hijo planifica algo que parece demasiado atrevido para su edad, reflexione con él sobre por qué cree que esto no es conveniente. Hágale saber cuáles son sus temores y reservas. No solo diga «no».
- Cuida el ejemplo que transmites. Si le dices a tu hija, «No le digas a papá», queriendo que le oculte algo a su marido, lo hará en una mentira.
- Trabajar en la autoestima. Cuanto más no se sientan seguros consigo mismos, más fácilmente echarán mano de las mentiras.
- Enfatice el atractivo valor de la veracidad. Siempre diciendo la verdad, tener la palabra, nos convierte en personas confiables.
- Enséñale que la amistad es incompatible con la mentira.
- Nunca etiquetarlo o llamarlo mentiroso. Demuestre confianza y asegúrese de que esta no sea su auténtica forma de ser, sino un incidente pasajero.
- No maximices su error. Considere cada mentira como una metedura de pata e invítelo a rectificar. Cuando reconoce que ha mentido, aprecia el hecho de que ha reconocido.
- Dale confianza. Déjalo darse cuenta de que gana más libertad, ya que puede confiar en él.
- Mire televisión con él para enseñarle a detectar mentiras. Los guiones de muchas series se construyen a partir de un malentendido o una falta de verdad que se enreda cada vez más hasta que no hay otro remedio sino, a decir verdad.
- ¿Castigarlo cuando descubre una mentira? Si lo castigamos, su miedo se alimenta. Uno tiene que hablar sobre por qué mintió, sobre cuál es su miedo. Descubrir una mentira es un buen momento para comenzar un diálogo. No apelar al drama, con frases como «me fallaste» o «confié en ti». Hazle ver lo que hubiera pasado si hubiera dicho la verdad. Hazle ver que encontrar la mentira fue algo bueno, porque es una ocasión para renovar la confianza.